La verdad sobre Su Alteza Real el Príncipe Alexis d’Anjou-Durassow

En este mes de marzo que conmemoramos el Centenario de la Abdicación del Zar  Nicolás II al Trono de Rusia,  no puedo dejar de pensar en una persona que, según creo, habría tenido un papel importante en todas las controversias que se siguen produciendo respecto al verdadero destino de la última Familia Imperial de Rusia.

Ahora, permítanme explicar quién fue este personaje singular, que circuló entre los círculos aristocráticos de Madrid durante los años ochenta y principios de los noventa, y cuya fascinante afirmación fue tomada muy en serio por muchos de; especialmente por aquellos con contactos a algunas de las casas reales europeas que vivían o venían con frecuencia a España.

Era carismático, educado y encantador, y solía presentarse como príncipe Alexis D’Anjou-Durassow, duque de Durazzo. Según sus narraciones, era descendiente directo del zar Nicolás II, ya que su abuela fue la Gran Duquesa María Nicolaievna Romanov, tercera hija del último zar, y por ende él era el Jefe de la Familia Imperial. Esta afirmación le trajo muchos problemas con sus familiares.

Conocí a Alexis en 1979 después de que mi querido amigo el príncipe Sergei Nazarewicz, cuya familia era originaria de Ucrania, recibió un manifiesto en el que él, Alexis, se proclamó Volodar (Rey) de Ucrania.

Fascinado por la historia, y especialmente por la revolución rusa y sus secuelas, me dispuse a conocer al príncipe Alexis. Me preguntaba si efectivamente estaba relacionado con la familia imperial rusa, y especialmente cómo su abuela María Nicolaievna había podido escapar de Rusia. Para entonces ya había leído el libro “The File on the Tsar”, no sólo en su versión inglesa, sino también en la versión en español “El expediente sobre el Zar”, publicada en 1978. Los periodistas británicos Anthony Summers y Tom Mangold sugirieron -después de una larga y profesional investigación que duró seis años-, que era posible que la Zarina Alexandra y sus hijos pudieran haber escapado, y por lo tanto, no murieron en julio de 1918.

Yo siempre había creído y todavía lo hago hasta el día de hoy, que Anna Anderson / Anastasia Manahan era la verdadera Gran Duquesa Anastasia de Rusia. Cualesquiera que sean las conclusiones de las pruebas de ADN ya que estas pruebas pueden ser fabricadas. De hecho, los resultados del ADN de 1994 han sido desafiados desde entonces por muchos científicos de todo el mundo. Según uno de su biógrafos, Peter Kurth, autor de “Anastasia, el Enigma de Anna Anderson”, “Las pruebas de ADN que se hicieron en 1994 ya no son aceptadas como fiables. Pero aparte de eso, yo la conocía demasiado bien como para aceptar en la fe pruebas arbitrarias (y en realidad dudosas) que contradicen cualquier otro pedazo de evidencia que tengamos. Cualquiera que la conoció (que realmente la conoció, quiero decir) sabe que ella no estaba “fingiendo” nada. Además, aunque se volvió cada vez más “excéntrica” ​​y al final sufría de demencia (era la enfermedad de Alzheimer? Nunca se diagnosticó oficialmente), nunca hubo una sola grieta en su personalidad”.

Http://www.forensicmag.com/news/2015/02/dna-evidence-can-be-faked

Nuestra primera reunión fue en su casa. Alexis vivía en un pequeño pero elegante apartamento en el elegante barrio madrileño de Salamanca, lleno de retratos familiares y recuerdos rusos. Siguieron muchas otras reuniones. Algunas fueron cenas en casas de amigos, otras tuvieron lugar en mi casa. Recuerdo especialmente invitarlo a él ya su madre, la princesa Olga Beatriz Dolgorouky a varias de las fiestas y eventos ecuestres que organicé en esos días. Cuando nos presentaron, él era conocido como Su Alteza Real el Príncipe Alexis d’Anjou-Durassow y Dolgouruky.  Se había proclamado Volodar (Rey) de Ucrania con el apoyo de miembros de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania antes del colapso de la Unión Soviética. Tanto él como su elegante madre, la princesa Olga Beatriz eran personas fascinantes y se mezclaban perfectamente en la vida de la alta sociedad de aquellos años interesantes en Europa. Ambos dominaban varios idiomas, incluido el ruso, pero el francés era su forma preferida de comunicación.

El príncipe Alexis tenía una gran presencia y era anormalmente formal salvo cuando se sentía lo suficientemente cómodo para hablar libremente. Él era particularmente conocedor de los entresijos de todas las familias reales de Europa. Se refería a los miembros de estas familias por sus apodos y hablaba de ellos con gran familiaridad. En los días posteriores a su autoproclamación como Volodar de Ucrania en el exilio,  logró dividir a la sociedad madrileña en dos, con una mitad apoyando sus afirmaciones y la otra proclamándolo un fraude.

Yo nunca creí que fuera un impostor, ni siquiera después de la publicación de la edición española de su libro en España en 1982, “Yo, Alexis bisnieto del Zar”, en la que afirmaba ser un Romanov. En el libro que se convirtió en un éxito editorial, Alexis afirmó que su abuela María le había revelado que ella  en realidad no era la condesa Cecilia di Fonso, sino Su Alteza Imperial la Gran Duquesa María Nicolaievna Romanov, hija del zar Nicolás II.

PRIMEROS AÑOS

Alexis nació el 4 de mayo de 1946 en Costermansville (hoy día  Bukavu, República del Congo). Siempre ha habido mucha desinformación acerca de su verdadera fecha de nacimiento. Él mismo afirmó en su libro que nació el 6 de mayo de 1948, aunque la verdad es que nació el mismo día, pero en 1946. Toda su vida, Alexis trató de ocultar el hecho de que Víctor Brimeyer era su verdadero padre. Esta negación salió de la vergüenza porque su madre era apenas una adolescente cuando se escapó con Brimeyer, un ingeniero de Luxemburgo; un plebeyo sin sangre real ni antecedentes aristocráticos. Incluso persuadió a su madre de firmar una declaración jurada y notariada en Bélgica el 7 de febrero de 1986, afirmando que aunque ella estaba casada con Víctor Brimeyer en el momento de su nacimiento, el verdadero padre era el príncipe Basilio d’Anjou. Esto era descaradamente falso. Aunque nunca tuvieron contacto, Víctor Brimeyer acosó la vida del príncipe Alexis.

S.A.R El Príncipe Basilio d’Anjou-Durassow, Duque de Durazzo y Jefe de la Casa Real Napolitana de Anjou-Durazzo. Fue el segundo marido de la Princesa Olga Beatrice Dogorouky y reconoció legalmente a Alexis como su hijo.

La Princesa Olga Beatrice Dolgorouky en la epoca de su matrimonio con el Príncipe Basilio d’Anjou-Durassow en 1947

La realidad detrás del nacimiento de Alexis es la que la Princesa Olga Beatriz, que era una joven hermosa, seductora y libre de espíritu, se había fugado y se había casado con Victor Brimeyer cuando aún era menor de edad y sin el consentimiento de sus padres en 1945. Menos de un año después y después del nacimiento de Alexis, la unión fue legalmente anulada. Después de este escandaloso romance, la princesa se casó con el príncipe Basilio d’Anjou, nacido en 1887 y cuarenta años mayor. Se casaron en Roma el 15 de abril de 1947 por el arzobispo de Minsk, Rizi-Rizki, que entonces vivía en el exilio en Italia. Este matrimonio de conveniencia no duró mucho tiempo tampoco, pero sirvió a su propósito ya que Basilio d’Anjou reconoció a Alexis como su carne y sangre.

Alexis fue criado como heredero de la Casa Real napolitana de Anjou-Durazzo, una casa real desaparecida restablecida por un real decreto del rey Alfonso XIII de España en 1911 y ratificada en 1916 por el zar Nicolás II y el rey Víctor Emmanuel III de Italia . Este decreto reconoció a Basilio d’Anjou-Durassow como el Jefe de la casa real reavivada.

La Condesa di Fonso ( Su Alteza Imperial la Gran Duquesa Maria Nicolaevna Romanov) con su nieto Alexis en Cannes 1960

Por el lado de su madre, era un Dolgorouky. Su bisabuelo fue el general Alexander Dolgorouky, comandante en jefe del ejército ucraniano con el apoyo de las tropas imperiales alemanas en 1918. De hecho, fue él quien hizo los arreglos para que la Gran Duquesa María Nicolaievna fuera evacuada de Moscú en octubre de 1918.  Fue escoltada por oficiales ucranianos durante un viaje en tren a Kiev, usando documentos falsos bajo el nombre de una condesa Ceclava Czapska. María Nicolaievna llegó sana y salva a Ucrania y fue recibida en la casa del general Alexander Dolgorouky, donde fue presentada a su hijo Nicolás Alexandrovich y a su hija María Alexandrovna. Pocos días después se fueron a Bucarest, acompañados también por el marido de María Alexandrovna Dolgoroukya, un príncipe rumano llamado Wladimir Cantacuzene,  pocos días antes de que Ataman Simon Petlioura invadiera Kiev el 2 de enero de 1919 y obligara al general Alexander Dolgorouky al exilio en Odessa, donde fue asesinado más tarde.

El romance floreció entre el príncipe Nicolás Alexandrovich y la Gran Duquesa María Nicolaievna. Mientras vivían Bucarest, bajo la protección de la Reina María de Rumania, la pareja decidió casarse y continuar su viaje juntos. Los parientes estuvieron de acuerdo  y se casaron en la capilla del Palacio Real de Cotroceni, cerca de Bucarest, el 20 de enero de 1919 en presencia del rey Fernando y de la reina María de Rumania. Días después viajaron a Serbia, bajo la protección del rey. En 1920 recibieron pasaportes italianos, enviados desde Roma a través de una valija diplomática. Esos pasaportes proporcionaron las identidades falsas que usarían hasta el final de sus vidas. Los documentos los presentaban como Conde Nicolás y Condesa Cecilia Di Fonso, y con esas identidades viajaron por todo el mundo, tuvieron dos hijas: Olga Beatriz y Julia Yolanda,  y pudieron comprar propiedades y llevar una vida “normal”.

Los Príncipes Nicholas Dolgorouky, abuelos del Príncipe Alexis

Conocidos como los Condes di Fonso, el Volodar de Ucrania en el exilio, Nicholas Dolgorouky junto a su esposa, la Princesa Maria y sus hijas Olga Beatrice y Julia Yolande

El 14 de marzo de 1939, con el apoyo de la Alemania nazi, el Príncipe Nicolás Dolgorouky, fue proclamado Rey (Volodar) de Ucrania-Ruthenia; pero la aventura duró menos de una semana. Siendo un anti-soviético rabioso, él había abrazado a la Alemania nazi, -como muchos rusos en aquellos días-, como la última esperanza para erradicar a los rojos de su querida patria. Después de este intento fallido, la familia escapó a Rumania y finalmente se estableció en el Congo Belga. Fue en este contexto que Alexis nació en 1946.

El príncipe Nicolás se dio cuenta de que su hija mayor, Olga Beatriz, carecía de instintos maternales y sabiamente decidió hacerse cargo de la crianza del joven príncipe que fue mimado desde el nacimiento por sus amorosos abuelos. Él fue bautizado con el mismo nombre del  último Zarévich  de Rusia, y su padrino era el rey Carol II de Rumania. Según sus memorias, la infancia y la adolescencia de Alexis fueron felices y pasadas en la casa de familia, Villa Ucrania en el actual Bukavu.  Puesto que fue criado prácticamente por sus abuelos, era ampliamente conocido como el príncipe Alexis Dolgorouky. Creció muy cerca de sus abuelos que lo criaron con estricto protocolo y le proporcionaron la mejor educación. Alexis hablaba con fluidez francés, italiano, ruso, ucraniano, inglés y español.

Poco después de la anulación del matrimonio de su madre con el príncipe Basilio d’Anjoy,  ella se casó con su primo, el príncipe Igor Dolgorouky el 6 de septiembre de 1948 en la Iglesia Ortodoxa Griega en Albertville, Congo Belga. Este matrimonio fue también de corta duración, así como el que siguió con Ferdinand Fabry en Londres el 7 de septiembre de 1950. Antes de su cumpleaños número veinticuatro, la princesa Olga Beatriz había estado casada cuatro veces.

El Príncipe Nicholas Dolgorouky junto a su esposa, la Grand Duquesa Maria y su cuñanda la Gran Duquesa Olga (Marga Boodts) en el Hotel Eden Roc 1958

Durante esos años, la familia viajó extensivamente a Italia, Portugal y la Riviera francesa. También hizo viajes frecuentes al Egipto del rey Farouk. La familia real egipcia estaba muy familiarizada con la situación de los Romanov y siempre mantuvo contacto y prestó apoyo a sus miembros en el exilio. En público y entre las familias reales eran conocidos como “la familia Di Fonso”. Después de 1960, una vez que la familia regresó a Europa, el príncipe Alexis fue enviado a un internado en Francia para continuar su educación. Pasó los siguientes diez años rodeado de confort y lujo; vacacionando en los mejores centros turísticos de Europa; pero lamentablemente durante ese período de su vida no tuvo una estrecha relación con su madre.

La Princesa Maria Dolgorouky ( Gran Duquesa Maria Nicolaevna Romanov)

El 4 de mayo de 1966, durante  su vigésimo cumpleaños, el príncipe Basilio de d’Anjou abdicó de sus derechos como jefe de la Casa de Anjou-Durazzo y el príncipe Alexis se convirtió en Duque de Durassow y Jefe de la Casa Real. Ese mismo día conoció al príncipe Federico de Sajonia-Altemburgo, que era un fiel partidario de la Gran Duquesa Anastasia Nicolaievna (Anna Anderson);  pero también de la Gran Duquesa Olga Nicolaievna que vivía en Mennagio (Italia) bajo el nombre de Marga Boodts. El día de ese primer encuentro fue cuando María Nicolaievna la reveló su verdadera identidad, y luego de esa reunión empezaron a introducirlo a otros miembros de la familia. El conoció al príncipe Felix Yussupov, a su esposa Irina, así como al príncipe Vladimir (Vova) Vladimirovich, el hijo del Gran Duque Andrés Vladimirovich  Romanov y su esposa la bailarina Mathilde Kschessinskaa.

Ulima foto del Volodar Nicholas junto a su esposa, la Gran Duquesa Maria Nicolaevna Romanov antes de su fallecimiento repentino el 19 de enero de 1970.

Repentinamente, a principios de 1970, ese mundo de confort sufrió un duro revés. Durante los últimos meses de 1969, el príncipe Nicolás Dolgorouky había estado asistiendo a unas reuniones “muy secretas” para discutir el “affaire Anastasia”. Tanto María Nicolaievna como  su marido fueron muy cautelosos al respecto,  al punto de que no discutir ninguna cosa, ni siquiera con sus hijas. El 19 de enero de 1970, Nicolás Dolgorouky, el efímero último Volodar de Ucrania murió en Bruselas. Fue después de una de esas “reuniones secretas” y mientras conducía hacia su casa, que empezó a sentirse mal. Se detuvo en la casa de su hija Olga Beatriz, quien lo llevó al hospital. Después de varios días de hospitalización y en estado semi-inconsciente murió, sin poder revelar dónde había tenido lugar la reunión o quiénes habían asistido a esa última sesión fatal. Todos los síntomas demostraron que había sido envenenado. La familia lloró y sintió un tremendo miedo. A partir de ese día, se sentían en peligro en todas partes. En vista de las circunstancias, al mes siguiente María decidió hacer un testamento civil y otro dinástico. Poco después le diagnosticaron cáncer. Estaba devastada y decidió trasladarse a Roma para estar cerca de su hermana, la Gran Duquesa Olga Nicolaievna, y esperar el día en que sería llamada por el Señor. En su testamento dinástico en manuscrito y notariado, Alexis fue declarado su heredero universal con los apellidos Romanov-Dolgorouky, pero ella pidió que ese testamento dinástico fuera revelado  únicamente  hasta diez años después de su muerte.

La Gran Duquesa María murió en Roma el 1 de diciembre de 1970 y fue enterrada en el cementerio de Flaminio en esa ciudad. El príncipe Basilio d’Anjou-Durassow, que había estado en contacto con Alexis durante toda su vida, también murió en 1971. Desde ese día, Alexis estaba ahora solo y pronto cometió el primero de muchos errores tácticos.

Carta de SM el rey Miguel I de Rumania al Principe Nicholas Dolgorouky. Esta carta fue escrita dos dias despues del fallecimiento del Principe Nicholas. (Colección Marie Stravlo-copyright)

LA DESVENTURA GRIEGA

Después de la muerte de su abuela María Nicolaievna, Alexis se sintió prácticamente perdido. El príncipe Federico de Sajonia-Altemburgo trató de presentarlo a algunos de sus amigos para que recibiera apoyo económico y de empresa. Uno de los mayores problemas fue su situación económica que fue realmente precaria. Varios miembros de las casas reales de Europa proporcionaron para cubrir sus gastos. Él sabía que él tenía que respetar el “período de diez años” antes de ir al público como un descendiente de la dinastía Romanov. Hizo entonces una serie de errores que demostraron tener repercusiones muy negativas para la imagen de Alexis.

El primero fue cuando aceptó la invitación del fascista General Stylianos Pattakos para viajar a Atenas el 28 de enero de 1971. El trasfondo histórico en este caso es muy importante para entender la situación en la que Alexis se vio enredado. El 21 de abril de 1967, el coronel Giorgios Papandreu encabezó el golpe de Estado militar que aprovechó la volátil situación política que había surgido de un conflicto entre el rey Constantino II y el envejecido primer ministro Georgios Papandreu. Desde el principio, la relación entre el rey Constantino y el régimen del coronel era incómoda. El rey de los helenos decidió finalmente lanzar su contragolpe el 13 de diciembre de 1967 pero fracasó y al día siguiente salió de Grecia con la reina y sus hijos para no volver jamás como rey.

A principios de diciembre de 1970, había dos facciones dentro de los gobernantes militares de la Junta griega que gobernó Grecia con un puño de hierro. Uno quería la proclamación inmediata de una república, mientras que el otro, del cual el general Pattakos era su líder, buscaba la restauración de la monarquía con una nueva dinastía. El 21 de febrero de 1971, el general Pattakos hizo arreglos para que el príncipe Alexis se inscribiera en el ayuntamiento de Atenas como un paso para ser de iure un nacional griego. Su presencia en Atenas, aunque secreta, obviamente llegó a oídos del rey Constantino II y, por tanto, al resto de las casas reales de Europa, que estaban todos a favor del regreso del rey Constantino II y de la democracia a Grecia. La presencia del príncipe Alexis en Grecia lo alienó con la gente que más necesitaría para su futuro. El pobre príncipe se había convertido inadvertidamente en un peón en la lucha de poder entre las dos facciones de la junta y pronto sufriría las consecuencias. Este acontecimiento causó por supuesto una fractura entre el Príncipe Alexis y las casas reales de Grecia y España, ya que la Reina Sofía era hermana del monarca griego.

El 21 de marzo de 1972, el coronel Papadopoulos, el hombre fuerte de la Junta, se proclamó regente de Grecia con la intención de eventualmente proclamar la república con él como presidente. El coronel Ioannis Ladas con la facción pro-monarquista en la Junta planeó otro golpe para expulsar Papadopoulos, asesinarlo y proclamar a Alexis como rey. Los Servicios Secretos descubrieron el complot y una purga del ejército lo siguió. El príncipe Alexis fue “invitado” a abandonar el país, cosa que  hizo el 20 de julio de 1972. La aventura griega terminó en fracaso. Fue el primer gran error de la vida de Alexis, pero no sería el último. Esta desgracia fue la primera excusa que Alexis dio a sus enemigos para iniciar la campaña para desacreditarlo. Por desgracia, volvería a cometer el mismo error.

AUTOPROCLAMACION COMO  VOLODAR (rey) DE UCRANIA Y LA PUBLICACIÓN DE YO, ALEXIS, BISNIETO DEL ZAR

Desde Grecia, Alexis voló a Portugal como huésped de la viuda de su padrino, la Princesa Elena de Rumania (Magda Elena Lupescu, tercera esposa del rey Carol II de Rumania). Vivió con ella en Estoril durante algunos meses y decidió trasladarse a Madrid a principios de 1973. El príncipe Alfonso de Borbón-Dampierre, primo del rey Juan Carlos de España, casado con la nieta del General Franco, Carmen Martínez-Bordiu, le ayudó a conseguir un permiso de residencia en España.
En noviembre de 1976 un movimiento organizado llamado el grupo público ucraniano para promover la aplicación de los acuerdos de Helsinki se estableció en Kiev y fue formado por el poeta Mykola Rudenko y otras nueve personas,  preocupadas por las violaciones de derechos en Ucrania. Al final de la década, de los 33 miembros del grupo, sólo seis estaban en libertad, los otros habían sido arrestados, recibido visas para occidente o habían renunciado. En 1979, preocupado por la terrible represión soviética y con el apoyo del Metropolitano de la Iglesia Ortodoxa Carpatho-Ucraniana en América, el Arzobispo Ambrosij, el príncipe Alexis hizo el segundo error de su vida autoproclamándose Volodar de Ucrania, siguiendo los pasos de su abuelo. Sus intenciones eran nobles porque sentía que el pueblo ucraniano no debía estar solo en su lucha. Él  quería llevarlos a un mundo libre y ayudarles a buscar nuevas maneras de poner de relieve su difícil situación. También  apoyarles en sus aspiraciones de recuperar la libertad y la independencia.  Aunque hizo todo con las mejores intenciones y con el bienestar del pueblo ucraniano en mente, no logró nada más que publicidad negativa. En mi opinión, debería haber regresado a Ucrania inmediatamente después de su independencia el 24 de agosto de 1991 y haber presionado para la restauración de la monarquía como una fuerza unificadora y un símbolo nacional de estado,  como hicieron los Bagration en Georgia al mismo tiempo. Allí, la restauración de una monarquía constitucional sigue siendo una posibilidad.
En 1976, los periodistas de la BBC Anthony Summer y Tom Mangold publicaron su bestseller “The File on the Tsar”, (El expediente sobre el Zar)  después de cinco años de investigaciones. Viajaron extensamente y entrevistaron a mucha gente con conocimiento profundo del paradero de la familia imperial de Rusia, incluyendo miembros de casas reales como Lord Mountbatten, Vladimir Kirilovich Romanov, el príncipe Federico de Sajonia-Altemburgo, y el príncipe Sigismund de Prusia. Ellos rastrearon testigos y documentos perdidos hacía mucho tiempo. La búsqueda  los llevó a Moscú, Tokio y Washington y su persistencia finalmente dio resultado cuando encontraron en la Biblioteca Houghton de Universidad de Harvard, un voluminoso paquete de documentos que no fueron incluidos en el expediente oficial sobre el asesinato de la Familia Imperial,  escrito por el investigador Sokolov en 1924. – “The File on the Tsar” concluyó que el público se alimentó de una mentira y, al menos, las mujeres Romanov fueron evacuadas “vivas” de la Casa Ipatiev. No murieron en Ekaterinburg, pero se convirtieron en peones en un juego de poderes internacional, involucrando a Lenin, al Káiser Guillermo II,  a la Familia Real Británica y al servicio de Inteligencia Británica. El libro de Summers y Mangold, publicado en 1976, confirmó a Alexis lo que ya él sabía, pero aún tenía que esperar cuatro años más hasta 1980 para divulgar al mundo que su abuela había sido  la Gran Duquesa María Nicolaievna Romanov. Fue entonces cuando comenzó a considerar publicar sus memorias. Discutió la posibilidad de la publicación de su libro con miembros de su familia  y con el príncipe Federico de Sajonia Altemburgo, quien había sido un aliado firme de las Grandes Duquesas supervivientes. Cada uno de ellos, incluyendo a su madre, la princesa Olga Beatriz, y a su tía la princesa Julia Yolanda, trataron de persuadir a Alexis para que esperara. Sus primos rusos Romanov  eran completamente conscientes de su existencia, así como de su deseo de hacer tal publicación. Algunos de ellos le aconsejaron no publicar, otros sugirieron incluir algunos cambios, comenzando con el título del libro. Realmente no querían revelar estos secretos familiares porque algunas personas que habían estado involucradas en el rescate todavía estaban vivas. Pero obstinado como era, siguió adelante con su plan para publicar.

El 16 de enero de 1980 el príncipe Alexis concedió una entrevista al periódico monárquico español ABC que simpatizaba con su causa y con la teoría de la supervivencia de las mujeres imperiales, según las investigaciones de Summers & Mangold.  Desafortunadamente para su causa y bajo presión de sus enemigos, ABC se convirtió en su voz y se volvió contra Alexis de una manera salvaje y cruel.

El libro fue publicado por primera vez en Francia en 1981 y, como era de esperar, causó especulación y  sensación enormes y abrió la puerta a más controversia y más ataques contra el príncipe, que utilizó el libro no sólo para revelar la verdadera identidad de su bisabuela, sino también su testamento dinástico en donde lo nombraba Zarévich o Zar, al mismo tiempo que Jefe de la Casa Imperial de Rusia. Al año siguiente  el libro fue también publicado en España, acarreando más controversia, puesto que era el país en donde residía el príncipe Alexis.

Para mí, el libro a pesar de sus lagunas, fue una confirmación de lo que la Gran Duquesa Anastasia (Anna Anderson) había dicho a Anthony Summers y Tom Mangold, durante su extraña entrevista. Los autores del famoso bestseller  “The File on the Tsar” cuentan que ella se negó a hablar, pero cuando se iban marchando ella exclamó: “No hubo masacre allí… pero no puedo decir el resto.” Así que si no hubo masacre, entonces al menos la zarina y las cuatro Grandes Duquesas sobrevivieron como sugiere la investigación de Summers y Mangold. Esto también lo sostienen historiadores como Marc Ferro, Michel Wartelle y Marie Stravlo, que hasta el día de hoy están dedicados a descubrir nuevas pruebas que demuestren esta teoría plausible.

El Principe Alexis junto al Principe Michel de Orleans, Conde de Evraux y un acompañante en la ceremonia de la Orden de San Lazaro de Jerusalem en la Catedral de Bois (Francia) en 1987

Todos sabemos que, en 1992, el Servicio de Ciencia Forense del Reino Unido trabajó con las autoridades rusas para intentar identificar los alegados restos de los Romanov utilizando técnicas forenses. Pruebas de sexo basadas en el ADN y una técnica de perfil de ADN llamada “análisis de repetición en tándem corto”, que examina patrones repetidos de secuencias de ADN, demostró que los cuerpos provienen de un grupo familiar. Los científicos forenses utilizaron el análisis del ADN mitocondrial, que utilizan cuando sólo están disponibles cantidades mínimas de ADN, o cuando las muestras de ADN se han degradado con el tiempo, para analizar muestras de ADN de los huesos. Estos fueron comparados con parientes de los Romanov, incluido el príncipe Felipe de Edimburgo, y los científicos concluyeron que había un 99% de probabilidad de que los esqueletos fueran los de la familia Romanov.

En 1993, personalmente escribí una carta al príncipe Alexis animándolo a que también hiciera pruebas de ADN, usando su sangre y algunas muestras de pelo que tenía de su madre y su abuela. En 1994 inició los procedimientos. Su representante en Londres, Sir Frank Peters contactó al Dr. Pavel Ivanov y al Dr. Gil. Alexis eligió un laboratorio en Madrid y proporcionó las muestras; pero lamentablemente se enfermó después de presentar las muestras y murió poco después. Realmente no sé qué pasó con esas muestras o si fueron analizadas en Inglaterra. Lo que sí sé es que en 2004 los científicos de los Estados Unidos se opusieron a los resultados del Servicio de Ciencias Forenses, basado en un análisis del ADN del dedo conservado de la hermana de la zarina Alejandra, la Gran Duquesa Elisabeth Feodorovna. Sugirieron que las personas que manipularon los supuestos huesos de los Romanov en Rusia probablemente contaminaron las muestras desde la tumba, tal vez intencionalmente. En cualquier caso, he hecho algunas investigaciones sobre el ADN y se sabe actualmente que es posible fabricar ADN en un laboratorio. Eso deja absolutamente la puerta abierta a una investigación más profunda a pesar de los esfuerzos del Kremlin y de las Casas Reales de Europa para que de una vez por todas se dejara de hablar sobre este enigma histórico.

Alexis mejor que nadie, conocía las leyes de sucesión al trono imperial ruso, conocido como las Leyes Paulinas. Lo discutimos muchas veces y recuerdo haberle dicho que incluso si su abuela era la Gran Duquesa María Nicolaievna, él no tenía ninguna posibilidad de acceder al trono imperial. Mis opiniones le contrariaban e intentaba convencerme de que si tenía los derechos pues el zar Nicolás II había enmendado las Leyes Paulinas en 1906 en vista de la mala salud de su heredero, Tsarevich Alexis. Según Alexis, esta enmienda significaba que en el caso de que el zar muriera sin herederos varones, el trono iría a la línea femenina sobreviviente más cercana al último emperador, es decir sus hijas. La interpretación de Alexis era incorrecta, pues hasta esta fecha no he encontrado ningún documento que sustente esta enmienda. En cualquier caso, en aquellos días era imposible saber si tenía razón o no,  pero la razón de mi argumento era que las Leyes Paulinas dejaban muy claro que una mujer descendiente podía reclamar sus derechos al Trono de Rusia sólo en ausencia absoluta de los miembros masculinos de la Familia Imperial de Rusia. Estas leyes fueron implementadas por el emperador Pablo I en 1797. Esto significa que si la supervivencia de las Grandes Duquesas de Rusia fuera  aceptada algún día como un hecho histórico, Alexis nunca podría haber sido el Jefe de la Familia Imperial rusa, porque había príncipes Romanov descendientes de ramas laterales masculinas que siempre tendrían más derechos que él. También sabía  sobre el Acta de Abdicación del difunto Emperador Nicolás II en favor de su hermano el Gran Duque Miguel Alexandrovich y la posterior renuncia de éste transmitiendo los derechos de la Familia a la decisión de una Asamblea Constituyente (Sobranich).

La publicación del libro le provocó dos nuevos y poderosos enemigos: la Asociación de la Familia Romanov y el Gran Duque Vladimir Cyrillovich Romanov, que también vivía en España y se había proclamado ser el jefe de la Familia, reclamación que no era aceptada ni por Alexis ni por la Asociación de la Familia Romanov, la cual nunca reconoció el título de Gran Duque que fue utilizado por Vladimir hasta su muerte.

El libro era la excusa que sus enemigos tuvieron para entonces trabajar juntos en un esfuerzo  impresionante para desacreditarlo a través de la prensa,  en una campaña de difamación que incluía desinformación, calumnia y mentiras. Una campaña que me recordó las maniobras sucias utilizadas contra la Gran Duquesa Anastasia (Anna Anderson) por sus enemigos,  durante el caso judicial más largo en la historia de Alemania hasta la fecha. El príncipe Alexis fue llamado impostor y cualquier cosa que pudiera hacerle daño fue publicada: Víctor Brimeyer, los muchos matrimonios de su madre, el episodio griego y hasta fue acusado de apropiación de nombre en los tribunales franceses por el Gran Duque Vladimir cuando el libro de Alexis fue publicado en Francia. Este caso fue ganado por Alexis y fue una victoria muy dulce, cuando Vladimir fue condenado a pagar a Alexis por los daños.

Durante los años siguientes, el príncipe Alexis mantuvo su dignidad y siguió luchando para probar la verdad. Su abuela María Nicolaievna le había dicho que El Vaticano les había ayudado durante las negociaciones para obtener su liberación. También fue El Vaticano quien proporcionó alguna protección durante sus vidas en el exilio. Era necesario para su causa encontrara algunos documentos que evidenciaran tal intervención divina. La persona con más experiencia y contactos era sin duda el príncipe Federico de Sajonia-Altemburgo y le pidió que lo hiciera. Durante 1982 el viejo príncipe alemán inició su investigación aún más interés y deseos de descubrir toda la verdad. Como mencioné antes, él había estado en contacto con las tres hermanas, las Grandes Duquesas Olga, María y Anastasia durante muchos años. Enfocó toda su atención en un lugar lleno de secretos: El Vaticano.

En conversaciones con miembros de alto rango de la Santa Sede, el príncipe Federico logró obtener fragmentos de una historia fascinante. El príncipe Alexis me dijo que solía informarle regularmente sobre los progresos. Federico de Sajonia-Altemburgo  se puso en contacto con alguien que proporcionaría excelente información; alguien del círculo íntimo del Papa Pío XII: la Madre Pascalina Lehnert, la monja que fue la gobernanta del Papa durante más de cuarenta años. Ella había sido su sombra; conocía a todo el mundo y todo lo que estaba sucediendo en El Vaticano. La información que ella proporcionó era fascinante.

Fue en ese mismo tiempo que Alexis pidió ayuda a otro amigo, fray Fernando Lamas, un fraile que vivía en Roma en el monasterio de San Giovanni Decollato. El padre Lamas también visitó a la madre Pascalina y recolectó información nueva de ella. Después de la primera entrevista con la monja, escribió un largo documento  al príncipe Alexis con cada detalle de la reunión. Ahora sabía quién ayudó a su abuela y sobre las reuniones de María y Olga Nicolaievna con el Papa Pío XII. Supo también de la existencia de documentos en los archivos del Vaticano, algunos de los cuales fue capaz de adquirir e incluir en la nueva edición de su libro que se publicaría en Italia.

El 13 de noviembre de 1983, durante un viaje a Viena, Austria, la Madre Pascalina murió. La noticia se dio a conocer en todo el mundo y el 15 de noviembre los periódicos más importantes de Roma publicaron con titulares las declaraciones de Pascalina sobre la supervivencia de las mujeres Romanov y la noticia fue replicada por la prensa mundial. Alexis estaba encantado, pero la mayoría de las casas reales de Europa estaban disgustadas por la filtración de lo que consideraban un secreto familiar y se lanzó una discreta campaña para controlar los daños.

Fue durante esos días de  tumulto en la prensa que recibí una llamada telefónica que educadamente sugirió que mi situación social podría sufrir si continuaba mi relación con el príncipe Alexis. Por desgracia, siendo joven e inseguro, cesé mi contacto con el príncipe, algo que hasta el día de hoy me arrepiento de todo corazón, pues de haber continuado mi relación con él, sin duda habría tenido la oportunidad de investigar más y habría tenido acceso a un cofre con un tesoro de importantes documentos y testimonios que respaldaban las afirmaciones del príncipe Alexis.

Ahora sé, gracias a las excelentes investigaciones de Marie Stravlo, que la mayoría de esos documentos, contenidos en siete voluminosas carpetas, fueron entregados por el príncipe Alexis en noviembre de 1993 al embajador ruso en Madrid, para ser considerados por la comisión especial conformada en Rusia. La misma comisión especial que estaba investigando el asesinato de la Familia Imperial y había solicitado las pruebas de ADN de los supuestos huesos de los Romanov descubiertos en 1991. Como mencioné antes, animé al príncipe Alexis a realizarse pruebas de ADN de sí mismo,  de su madre, (que en ese momento estaba con vida) y su abuela. Tenía un representante en Londres, que se puso en contacto con el Dr. Gill y el Dr. Ivanov que estaban en el Instituto Aldermaston. Existen documentos y testimonios sobre tales acciones.

El FIASCO DE SERBIA

El 9 de febrero de 1992, en una contorsión de la escena política yugoslava, el periódico conservador español ABC Informó que una delegación serbia encabezada por Milan Babic, presidente de la República Autónoma Serbia de Krajina, un territorio en Croacia con una fuerte mayoría serbia y por Vojislav Seselj, presidente del Partido Radical Serbio y comandante en jefe de las fuerzas guerrilleras chetnik ,  visitaría  España momentáneamente para reunirse con Alexis d’Anjou-Durassow, para ofrecerle el trono de Serbia.  Los visitantes eran miembros de una facción extremista serbia.

Con excepción de Babic y Seselj, la delegación estaba formada por figuras conocidas por su nacionalismo extremo y sus aspiraciones por una “Gran Serbia”, o la incorporación a Serbia de todos los territorios de la ex República Yugoslava con mayoría serbia. Así, una Serbia que incluiría buena parte de Croacia y Bosnia-Herzegovina, y naturalmente Montenegro, Macedonia y Kosovo. Además, Milan Babic y Vojslav Seselj se opusieron al plan de paz de la ONU para Yugoslavia y a la presencia de los “Boinas Azules” en territorios con una mayoría serbia en Croacia.

Rade Atic, editor de la revista de oposición yugoslava “ON” y miembro de la delegación, dijo que el propósito de la visita a España “era ofrecer la corona serbia al príncipe Alexis d’Anjou”. Según dice artículo de la revista del 10 de enero de 1992, afirmó que “en las últimas semanas ha habido mucha excitación bien fundada en los círculos serbios sobre el tema del Príncipe Alexis II Nemanitch Romanov Dolgorouki, Gran Maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén”.  Bien recibido porque “el príncipe Alexis es indudablemente el descendiente del glorioso zar de Serbia, así como de la famosa familia real Nemanitch”.  Porque los señores Rade Atic y Borivoje Borovic, después de dos meses de investigación que incluía el examen de muchos documentos, tablas genealógicas y correspondencia, habían llegado a la conclusión irrevocable de que el príncipe Alexis II es descendiente del glorioso Hrebeljanovic Nemanitch y bisnieto del Nikolaj II Zar de Rusia. En otra parte del artículo, la revista afirmó que “la conexión serbia viene a través de dos matrimonios. El primero, fue el de Jelisaveta, hija de Dragutin Nemanitch, con Etien Kotormanic. Su nieta, también llamada Jelisaveta, se casó con Louis I d’Anjou, rey de Hungría. El padre del príncipe Alexis II es un descendiente directo de ese matrimonio. La otra conexión es a través de la bisabuela del príncipe Alexis II, la princesa Cleopatra Dabic Kotromanic, que era descendiente del príncipe Juan, casado con María, hija del zar Lazar”. Más adelante en el artículo aprendemos que “muchos serbios quieren que el príncipe Alexis II a acepte la corona y que Serbia pronto se convierta en una monarquía. El príncipe Alexis II, sin embargo, “aceptará sólo bajo la condición de que refleje la voluntad de todos los serbios, incluidos los serbios que ahora están en Bosnia, Croacia, Eslovenia, etc.”

Alexis confirmó que había estado en contacto durante los últimos seis meses con el presidente serbio Slobodan Milosevic, quien estaba a favor de la restauración de la monarquía. Reconoció que había una amplia diferencia de opinión entre Milosevic, que aceptaba un papel de la ONU, y Babic, quien no lo hizo. Al parecer, Milosevic dijo a Alexis que le gustaría hacer uso de él de alguna manera en un esfuerzo por encontrar una “salida” honorable a la situación en Yugoslavia. Una vez más, y sin ser consciente, fue usado como peón en un conflicto de poder y la única explicación razonable de porque cometió este terrible error de juicio es de ya estaba desencantado con su vida de príncipe sin país, decidió seguir adelante sin pensar en las consecuencias. Este error destruiría irreparablemente, la poca credibilidad que le quedaba y su reputación con el resto de las Casas Reales europeas.

Dos días más tarde, el 11 de febrero de 1992 en una ceremonia privada que tuvo lugar en el Parador Nacional de Monte Perdido en Bielsa (Aragón), Alexis aceptó solemnemente la corona de Serbia. Según ABC, en su discurso de aceptación hizo una alusión a Dios y se refirió a una “Gran Serbia” que incluiría todos los territorios de la antigua República de Yugoslavia. También declaró que su corazón sangraba por el sufrimiento del pueblo serbio,  y se refirió a varios de sus antepasados, entre los que se encontraban los serbios Nemanitchs, su tatarabuelo el  zar serbio Lazar, y  su bisabuelo el zar Nicolás II de Rusia. Prometía comprometerse a asumir sus obligaciones como “Prestolonaslednik y Gran Voivod de la Gran Serbia y de todas las tierras serbias”. El periódico español concluyó que Alexis estaba aceptando la corona de una enorme Serbia no existente, cuyas fronteras afirmaba eran aquellas durante 1918.

Evidentemente Alexis nunca viajó a Belgrado para sentarse en el trono serbio. Después de este fracaso, no tuvo ninguna posibilidad de ser aceptado en el “Club Real”, ya que todos sus miembros se reunieron en apoyo de Su Alteza Real el Príncipe Alexander Karageorgevic y parecían horrorizados ante la pantomima. Habían hecho lo mismo durante su aventura griega malograda.

LA OBSESIÓN DEL PRÍNCIPE ALEXIS POR SER ADOPTADO

Tratar y analizar la psique de otro ser humano es una misión mejor dejada a los profesionales. En mi comprensión limitada, debo suponer que la obsesión de Alexis de ser adoptad por diferentes figuras paternales vino por la falta de tener esa figura durante su infancia,  que en otras formas fue feliz. A su padre oficial, el príncipe Basilio d’Anjou-Durassow, casi nunca lo vio,  y de todos modos era de una edad similar a la de su abuelo, quien fue la influencia masculina más positiva que tuvo durante sus años de crecimiento.

Adopción por el príncipe Nicolás Louise d’Anjou-Durassow

El 1 de noviembre de 1979, Alexis fue adoptado por su primo el príncipe Nicolás Louis d’Anjou-Durassow. El documento declara que “el suscrito Nicolás Louis Durassow, príncipe de Anjou Durassow, por estos presentes  adopta a su bienamado primo S.A.R. Don Alexis Dolgorouki d’Anjou Durazzow, príncipe d’Anjou Durassow, duque de Durazzo, apátrida y bajo la protección del Estado español con el documento de identidad N.93.315, nacido en Bukavu, el 4 de mayo de 1948, hijo único de mi difunto primo y cabeza de nuestra familia el Príncipe Basilio d’Anjou Durassow,  Duque de Durazzo (1887-1971)”. El documento concluye que Nicolás Luis autoriza a su hijo adoptivo y heredero a partir de la fecha, a presentarse en España utilizando la forma tradicional y completa del nombre reconocido por el rey Alfonso XIII: “Durassow d’Anjou-Durazzo”.

LA pregunta sería, ¿por qué Alexis necesitaba que su primo lo adoptara? ¿Por qué ansiaba ese reconocimiento que no necesitaba? Sólo puedo especular que la respuesta se basa en la inseguridad que sentía debido al hecho de que sabía que su padre biológico era Víctor Brimeyer y esto era algo totalmente traumático e inaceptable para él.

Solicitud de adopción al príncipe Federico de Sajonia-Altemburgo.

En 1982, el príncipe Alexis pidió al príncipe Federico de Sajonia-Altemburgo que lo adoptara, con la excusa de obtener la nacionalidad alemana. El príncipe alemán no sólo rechazó la petición, sino que también le dio serio asesoramiento sobre sus responsabilidades y su comportamiento. El príncipe Federico provenía de una familia real alemana con fuertes conexiones con todas las casas reales de Europa. Era amado, respetado y considerado un erudito en la genealogía real y la historia europea. Sus tratos con Alexis estaban causando preocupación a algunos de sus amigos y parientes. Al príncipe Alexis no le gustó ni comprendió su negativa y su relación se vio afectada, pero después de una brecha corta volvieron a su vieja y cálida relación.

El Principe Alexis junto al Principe Federico de Sajonia-Altenburgo en Madrid

Adopción por el príncipe Bruce Alfonso de Bourbon-Condé

El 3 de febrero de 1984, el príncipe Bruce Alfonso de Borbón-Condé, que tres meses después se casó con la princesa Olga Beatriz, adoptó oficialmente a Alexis y le autorizó a usar el nombre de Borbón-Condé. Éste es probablemente uno de los episodios más extraños en la trágica vida de Alexis,  e inaudito en círculos reales donde los miembros de cualquier familia real utilizan solamente el apellido del padre. A partir de ese día se convertiría en el príncipe Alexis d’Anjou Borbón-Condé y Romanov-Dolgorouky, duque de Durazzo.

EPÍLOGO

La Princesa Olga Beatriz murió el 18 de mayo de 1994 y fue enterrada en San Sebastián (España). Su fallecimiento fue otro gran golpe para el príncipe Alexis. A pesar de su fría relación durante muchos años, cuando se convirtió en viuda del príncipe Bruce Alfonso de Borbón-Condé, se trasladó a Madrid para estar cerca de su hijo. Vivían en el mismo edificio y mantenían un contacto cercano. Madre e hijo estaban empezando a desarrollar un vínculo cuando le diagnosticaron cáncer. Después de su muerte, el príncipe Alexis se enfermó y estuvo muy deprimido. Sus pocos leales  amigos trataron de distraerlo. No podía trabajar ni realizar ninguna actividad política. Su único objetivo era demostrar quién era él realmente utilizando  usando pruebas científicas. Nunca supo lo que pasó con todos los documentos que envió a Rusia en noviembre de 1993, para ser estudiados por la comisión. Tenía Grandes esperanzas en la prueba de ADN, pero su condición empeoró; a finales de 1994 estaba demasiado débil.  Olvidado por sus partidarios ucranianos y condenado al ostracismo por las familias reales europeas y por la sociedad madrileña, murió en gran soledad el 27 de enero de 1995 en el Hospital de la Princesa de Madrid,  supuestamente debido a un doble tumor cerebral. Algunos amigos y conocidos atribuyeron su deceso a una neumonía, otros dijeron que era un ataque al corazón y muchos creyeron que él había sido víctima de un envenenamiento sistemático. Antes de morir pudo hacer un testamento en el cual nombró como Regente de la Casa Real napolitana  d’Anjou-Durazzo y como Lugarteniente  Gran Maestro de la Soberana Orden de los Caballeros Ecuménicos de Malta OSJ,  a su amigo y asistente Emilio Lobera, Barón de Lobera. Hasta el día de hoy Don Emilio Lobera sigue activo en su misión de preservar el legado de este trágico príncipe del siglo XX, quien durante su vida nunca encontró realmente una identidad con la que se identificara y se sintiera a gusto.

En mi opinión, Alexis sólo debió haber utilizado el nombre de príncipe Alexis d’Anjou-Durassow, duque de Durazzo. Sé por cierto que ese fue el consejo que recibió de algunos de sus influyentes amigos en España, que no siguió. No era muy bueno para escuchar consejos.

Si el pueblo ucraniano hubiera decido restaurar la monarquía, -como era su pretensión-, en ese momento podría haber cambiado su nombre a Dolgorouky (el nombre de su madre). Cuando su abuelo, el Príncipe Nicolás Dolgorouky murió en 1970, pasó los derechos del trono de Ucrania a Alexis. Después de ese día, comenzó a ser conocido como Alexis d’Anjou-Dolgorouky que podría ser aceptable, especialmente en España, donde todos, por ley, utilizan ambos apellidos de los padres.

La posterior adición de Romanov a su nombre, fue en mi opinión un error de juicio, aunque había sido la voluntad de su abuela que lo hiciera. Ningún miembro de ninguna familia real usa más que un apellido que siempre es el dinástico salvo el caso de España donde por ley se usan los apellidos del padre y de la madre.

La guinda del pastel que lo desacreditaría aún más y que daría a sus enemigos el argumento de que era un impostor, que sufría de “folie de grandeur”, fue cuando añadió a la larga lista de nombres dinásticos, Borbón-Condé.

Uno puede entender que ser un hijo legítimo es esencial para un miembro de cualquier familia real,  pero Alexis, aunque biológicamente era el hijo de Víctor Brimeyer, no era ilegítimo ya que había sido reconocido por Basilio d’Anjou-Durassow como su hijo y heredero. Por su lado materno era miembro de la Casa de Dolgorukov, una antigua familia principesca rusa que era una rama de cadetes de los Obolenskys. Tristemente para Alexis, la sombra de Brimeyer lo perseguiría toda su vida y fue muy probablemente la causa detrás de esta absurda obsesión de añadir nombres dinásticos como parte de su búsqueda del reconocimiento que tanto anhelaba.

La campaña de difamación y descredito contra Alexis continuó aun después de su muerte y, lamentablemente, con el advenimiento de internet sus enemigos se aseguraron de arrastrar su nombre por el fango y que ahí quede para las generaciones venideras, publicando diferentes artículos negativos y amparados en el conocimiento de que ya Alexis no se podía defender. Creo que por el bien de la historia, sería bueno corregir el expediente directamente a través de más investigación científica y dejando de lado sentimientos personales ya que él ya no es una amenaza para los intereses de nadie.

A pesar de la controversia que siguió a la mayoría de sus decisiones, Alexis tenía una naturaleza amable y era un hombre refinado de maneras aristocráticas. Muy culto y con un gran sentido del humor, también era muy testarudo como buen Tauro y, a su manera, muy rebelde. Un verdadero caballero en el concepto más amplio de la palabra. Con la perspectiva del tiempo, me siento honrado de haber compartido algún tiempo con él y lamento mi decisión errónea de no haber continuado mi relación, ya que bien pudo haber terminado en una amistad sincera. Que su alma descanse en paz.

Principe Alexis d’Anjou-Durassow, Duque de Durazzo

CONCLUSIONES

Después de muchos años de estudio y conversaciones con especialistas en este fascinante misterio, he llegado a la conclusión de que la suerte de los Romanov podría muy bien ser incluido en un libro titulado,  “Cien años de engaño”. Todavía me pregunto ¿por qué no se permite que la verdad salga a la luz si todos los personajes de este drama están muertos?

Estoy  convencido de que las Grandes Duquesas y la Zarina  sobrevivieron a Ekaterimburgo. Ahora también estoy seguro de que el príncipe Alexis no era un impostor sino una víctima como lo fue Anna Anderson/Anastasia Manahan (Gran Duquesa Anastasia Nicolaievna).

He descubierto recientemente que Alexis padecía de la misma enfermedad hereditaria que el Zarévich Alexei Nicolaievich: hemofilia. Por alguna razón él escondió esto de todos, con excepción de sus amigos más cercanos. Esto es una prueba más de su conexión con los Romanov.

Espero que pronto algunos de los historiadores que están dedicando sus vidas a investigar la teoría de la supervivencia de la familia imperial y muy especialmente, mi amiga Marie Stravlo, publiquen pronto un detallado relato del destino de las cuatro hermosas Grandes Duquesas. Yo sé que ella ha entrevistado a gente en todo el mundo con fascinantes historias y conexiones a la verdad, y tiene miles de documentos para apoyar la verdadera versión sobre lo que ocurrió en Ekaterimburgo.

Y para concluir volvamos a las Leyes Paulinas y a quién es el Jefe de la Familia Imperial rusa en 2017. Después de la abdicación del zar Nicolás II a favor de su hermano el Gran Duque Miguel que fue proclamado “Emperador Miguel II”, a las tropas rusas y en las ciudades de toda Rusia, el nuevo emperador traspasó su elección a la voluntad del pueblo y reconoció al Gobierno Provisional como el ejecutivo de facto, pero ni abdicó ni se negó a aceptar el trono. En su declaración dijo:

“Inspirado, en acuerdo con todo el pueblo, en la creencia de que el bienestar de nuestro país debe ser colocado por encima de todo lo demás, he tomado la decisión firme de asumir el poder supremo sólo si y cuando nuestro gran pueblo, habiendo elegido por sufragio universal una Asamblea Constituyente para determinar la forma de gobierno, y establecer la ley fundamental del nuevo Estado ruso, me proclame con tal poder.

Pidiendo sobre ellos la bendición de Dios, pido a todos los ciudadanos del Imperio Ruso que se sometan al Gobierno Provisional, establecido e investido con plena autoridad por la Duma, hasta que la Asamblea Constituyente, elegida en el menor tiempo posible mediante voto universal, directo, igual y secreto, manifieste la voluntad del pueblo al decidir sobre la nueva forma de gobierno “.

Como ya he mencionado, las leyes paulinas prevén la sucesión de las dinastías masculinas y femeninas y establecen la primogenitura de preferencia masculina. Esto significa que la sucesión al trono (o la jefatura de la dinastía) pasa por la primogenitura al miembro masculino mayor. A la muerte del último dinasta varón, la sucesión pasa a la gran duquesa más cercana por lazos de sangre al l último emperador.

Durante casi dos siglos, desde la adhesión del emperador Pablo I en 1796 hasta la muerte del Gran Duque Vladimir en 1992, los miembros masculinos de la dinastía ocuparon el trono o la jefatura de la dinastía, basada en la primogenitura. Debido a los numerosos matrimonios no dinásticos que se produjeron después de la Revolución de 1917, el número de miembros masculinos de la dinastía fueron decreciendo,  y finalmente se extinguió en 1992. Los últimos miembros masculinos de la dinastía fueron el príncipe Vassily de Rusia que murió en 1989 y el Gran Duque Vladimir Cyrillovich que murió en 1992.

Según la Organización Legitimista Rusa, ya que no hay descendientes masculinos, la sucesión a la jefatura de la dinastía ha pasado a la Gran Duquesa María Vladimirovna. Es la princesa con relación más directa con el último emperador, el zar Nicolás II (o Miguel II), pero la Asociación de la Familia Romanov no está de acuerdo con este punto de vista o esta interpretación de las Leyes Paulinas.

Http://www.russianlegitimist.org/

Http://www.romanovfamily.org/

Yo asistí al mismo colegio en Madrid que la Gran Duquesa María Vladimirovna, y tuve el honor de conocerla en esos días. Fui invitado al bautizo de su hijo y heredero, el Gran Duque Jorge. Yo solo tengo elogios para ella y su trabajo en beneficio de la monarquía de Rusia. En marzo de 2013, su reclamación fue reconocida por el Jefe dela Iglesia Ortodoxa Rusa, Kyril  II, Patriarca de Moscú y toda Rusia y esto ha traído más apoyo entre los rusos a su causa, y a la posibilidad de restaurar la monarquía. Durante una entrevista, el Patriarca rechazó las pretensiones de otros descendientes de los Romanov y declaró, “Hoy ninguna de esas personas que son descendientes de los Romanov son pretendientes al trono de Rusia. Pero en la persona de la Gran Duquesa María Vladimirovna y en su hijo Jorge, la sucesión de los Romanov esta preservada, no solo para el Trono Imperial Ruso, sino para la misma historia”.

http://www.imperialhouse.ru/en/

Carlos Mundy

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